EL EXPERIMENTO BOUBA Y KIKI


El experimento de Bouba y Kiki fue realizado por el psicólogo Wolfgang Köhler en 1929. Esta investigación dio un interesante resultado a través del cual se pueden deducir interesantes aspectos psicológicas. Veamos en qué consiste.
El experimento de Bouba y Kiki parte de una imagen. En ella aparecen dos figuras; una de ellas tiene los perfiles redondeados y la otra los tiene de forma puntiaguda. Pero, ¿cómo influye su interpretación a nivel psicológico?
Pues bien, hay algo muy curioso: a la mayoría de las personas que se les plantea la cuestión de poner un nombre a cada figura, suelen responder que la figura de formas redondeadas es Bouba y la picuda, Kiki.
Se trata de una conclusión muy curiosa que, no obstante, tiene su explicación. Lo primero que hay que entender es que no se trata de ningún tipo de ilusión visual, sino que la razón de este fenómeno está en el origen de las palabras.
Los neurocientíficos Vilayanur S. Ramachandran y Edward Hubbar, de la Universidad de California, realizaron un trabajo que se basaba en otro estudio anterior similar. Así, recuperaron este experimento y desarrollaron el de Bouba y Kiki.
Las conclusiones son las siguientes: esta coincidencia podría estar relacionada con las conexiones que existen entre las áreas sensoriales y motoras del cerebro. Así, influiría en ello la forma misma en la que ponemos los labios al nombrar los objetos.
Por lo tanto, a la hora de decir Kiki ponemos un paladar alto, y sin embargo cuando decimos Bouba, ponemos la boca de forma más redondeada. Esto explica además el origen en general de muchas palabras.
Por lo tanto, la conclusión es que el significante, es decir, la forma, está más relacionada de lo que pensamos con el significado de las palabras. Esto definiría el lenguaje desde sus inicios, por lo que supone un descubrimiento muy importante a nivel lingüístico.
Ramachandran y Hubbard publicaron su investigación sobre la sinestesia y su relación con un experimento anterior llevado a cabo hace más de 70 años atrás por Köhler, otro experto en este tipo de estudios.
En este trabajo se demostraba que los seres humanos vinculamos la visión y el oído de una manera muy parecida. Para ello también utilizó dos palabras, en este caso mostraba dos dibujos a una serie de personas. Uno de ellos tenía puntas y el otro tenía curvas. Köhler pidió que se les dieran nombre a las figuras con el término takete o baluba.
En el momento en el que se realizó esta investigación, sus resultados tuvieron un gran impacto. De hecho, fueron muy relevantes para posteriores estudios en el terreno de la psicología, la neurociencia y la lingüística.
EL ESTUDIO
Gracias a los estudios realizados en estas áreas se han establecido importantes conclusiones. Una de ellas es que el cerebro interconecta la información que reciben nuestros sentidos, de forma que no actúan de manera independiente.
La vista no sería el único sentido que percibe las formas de lo que nos rodea. Esto tiene implicaciones importantes en otros muchos ámbitos, como es la forma que tenemos de percibir la comida.
De hecho, en el ámbito de la gastronomía se ha avanzado mucho en este sentido y han utilizado las conclusiones extraídas de ellos para apreciar y proporcionar experiencias culinarias más diversas.
Por ejemplo, una investigadora llamada Merle T. Fairhust publicó recientemente los resultados que había obtenido respecto al efecto Bouba y Kiki en el terreno de la gatronomía. Así, la investigadora hizo un experimento en colaboración con el restaurante The Fat Duck.
Este establecimiento se caracteriza por el enfoque científico de su propietario a la hora de crear nuevos platos, todo ello con la intención de sorprender y conseguir evolucionar en el mundo de la gastronomía y poder así ofrecer nuevas experiencias culinarias.
En el estudio se sirvieron varias creaciones culinarias complejas presentadas de forma distinta y en diferentes platos. De esta forma, se tomó nota de cómo los nombres que se les ponía hacían que se percibieran los alimentos de forma distinta.
Los resultados fueron bastante sorprendentes, ya que las personas entendían que ciertos alimentos eran más dulces dependiendo de la forma del plato y de la manera en la que estos estaban servidos.
Heston Blumental, el chef que realizó dichas elaboraciones, aseguró que es todo un mundo por descubrir. Por ejemplo, si se escribe vino con una fuente puntiaguda y después se hace con una fuente redondeada, la persona que toma el mismo vino puede saberle distinto.
Como habrás podido ver, el experimento de Bouba y Kiki del psicólogo Wolfgang Köhler tiene importantes implicaciones para la evolución del lenguaje. Se trata, por lo tanto, de una curiosa e importante novedad sobre cómo percibimos la realidad que nos rodea y nuestro entorno.

Comentarios