No se conoce la fecha
exacta del nacimiento de Hipatia, se sabe que falleció en el año 415 y que en
la última década del siglo IV ya impartía sus clases. La primera fecha de
nacimiento propuesta es la del año 370, reflejada en la obra “Vida de Isidoro”,
del filósofo Damascio. Esto significaría que Hipatia ya daba clases con una
edad de veinte años, algo bastante improbable, como cuenta la historiadora
Maria Dzielska: “resulta difícil imaginar que sus alumnos, todos ellos
jóvenes, mostraran el respeto y la admiración que reflejan las cartas de
Sinesio de Cirene – uno de sus discípulos – a una mujer de su misma edad”.
Dzielska, junto a un grupo de historiadores sitúan la fecha de nacimiento de
Hipatia en el año 355, con lo cual comenzó impartir sus clases con 35 años y
murió a la edad de 60, fechas bastante más lógicas y ajustadas a la realidad.
Hipatia nació en el
seno de una familia pagana de clase alta, su padre, el filósofo Teón, le
inculcó desde pequeña el amor por las matemáticas y la astronomía. El contacto
constante con sabios y aristócratas de la época y el acceso, restringido para
muchos, a libros, textos y manuscritos de ciencias exactas, la convirtió años
después en líder de la Escuela neoplatónica de Alejandría y en una de las más
dotadas en los campos de matemáticas y astronomía. Escribió libros sobre
geometría, álgebra y astronomía y mejoró el diseño de los primitivos
astrolabios -instrumentos que permiten determinar las posiciones de las
estrellas sobre la bóveda celeste-, e inventó un hidrómetro.
Seguidora de Plotino y
poco amiga del misticismo, llevó una vida que se podría considerar como
ascética. Buena diplomática, su condición de pagana no fue impedimento para que
en sus clases hubiese aristócratas cristianos de renombre.
Pese a sus altos
conocimientos en matemáticas y astronomía, las enseñanzas más preciadas por sus
discípulos fueron las filosóficas. La fama de su escuela llegó a tal punto que,
como refiere Sócrates Escolástico en su Historia Eclesiástica: “todo
aquel que deseaba estudiar filosofía acudía a Hipatia desde cualquier lugar”.
Así, sus alumnos llegaban desde Cirene, Siria o Constantinopla, sumándose a
quienes residían en la misma Alejandría. Destacándose entre ellos el obispo de
Ptolemaida, Sinesio de Cirene -que mantuvo una importante correspondencia con
su maestra-, Hesiquio el Hebreo y Orestes, que llegaría a ser prefecto imperial
de Egipto en el momento de la muerte de la filósofa alejandrina.
Hipatia impartía sus
enseñanzas por dos vías distintas: por un lado de forma pública, en
conferencias a las que asistían numerosas personalidades de la sociedad
Alejandrina; por otra parte, creó en torno a una escuela filosófica hermética,
formada por alumnos jóvenes de familias cultas y adineradas de la aristocracia
y la administración, a los que enseñaba los secretos de la filosofía en la
intimidad de su hogar. En esta época mantenía una buena relación con el obispo
Teófilo, enemigo del paganismo y bastante intransigente, pero que hacía la
vista gorda porque entre los discípulos de Hipatia habían tanto cristianos como
paganos. Aunque no se permitía la presencia de mujeres y tampoco de alumnos de
clases más bajas y populares.
El obispo Teófilo
había comenzado una serie de iniciativas antipaganas en la ciudad, con la
intención de imponer y reforzar “la verdadera fe”. En el año 391, la iglesia
comenzó a apropiarse de algunos templos paganos, lo que provocó numerosos
disturbios en las calles. Como respuesta a tales altercados el obispo ordenó el
ataque al Serapeum, uno de los centros más importantes del culto pagano de
Alejandría. Los paganos se refugiaron allí para defenderlo y la defensa se
saldó con la muerte de varios cristianos. El conflicto se resolvió con un
edicto del emperador que ordenó a los paganos a abandonar el templo y
entregarlo a la iglesia, declarando mártires a los cristianos fallecidos.
Orestes, que era
cristiano pero contrario a estas causas advirtió al emperador de lo sucedido y
en este punto, se desencadenó una lucha sin cuartel entre Prefecto y Obispo. Orestes se había
convertido en asiduo a las conferencias de Hipatia, y ésta no tardó en mostrar
su apoyo al prefecto imperial, viendo con desagrado el interés del obispo por
aumentar su poder en la esfera política y pública de Alejandría.
Cirilo, que no podía
atacar de forma pública a Hipatia, urdió un plan para acabar con ella. Conocedor
de la escasa influencia que Hipatia tenía entre las clases más populares, a las
que nunca había dedicado su atención, el obispo hizo circular el rumor que la
filósofa practicaba la magia negra.
Así fue que un día de
Marzo del año 415, un grupo de cristianos ultra-ortodoxos, apresaron a Hipatia
y la arrastraron hasta la iglesia del Cesarión y, tras desnudarla, la
acuchillaron hasta la muerte con trozos de cerámica. Terriblemente mutilada,
los enfervorecidos cristianos llevaron sus restos hasta la zona del Cinaron,
donde los quemaron en una pira.
Con su muerte no se
acabó el paganismo ni la filosofía clásica, puesto que a finales del siglo VI,
la Escuela de Alejandría todavía seguía activa con notable éxito y fama.
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